Está comprobado que el contacto con animales tiene efectos positivos en las personas, la terapia con animales, posibilita tratar a pacientes con trastornos físicos y psicológicos y causar sentimientos y sensaciones únicas que favorecen su interacción con el mundo exterior que ayudan a mejorar su calidad de vida.
La zooterapia es la técnica
psicoeducativa con la que se tratan pacientes, principalmente a niños que posean retraso mental o algún
trastorno generalizado del desarrollo tales como el autismo, a través del
contacto con animales.
La mascota anima al niño a nuevas
actividades favoreciendo su aprendizaje y adaptación teniendo en cuenta sus
capacidades especiales. Estos estímulos son generados en su mayoría por perros,
ya que necesitan poco espacio para moverse, son inteligentes y afectivos. A
pesar de esto, también se han obtenido resultados positivos con gatos, caballos
y delfines.
Una de las patologías que tiende a ser
tratada con esta terapia es el autismo, es detectado en las primeras etapas de
socialización del infante y está señalado por problemas en la comunicación y el
contacto con el mundo externo.
En el tratamiento, el cual se extiende entre seis meses y un año, los
animales adaptan su conducta a las respuestas del niño, permitiendo al
terapeuta reconocer un patrón y de esta manera establecer un diagnóstico a través
de la observación y análisis de la interacción con el animal.
Al terminar el período pautado por el
equipo de trabajo, los controles pueden extenderse hasta una vez al mes. En la
adolescencia, por los diferentes cambios que experimenta la persona, deben
hacerse un ajuste ya sea en la terapia educativa, la medicación o la combinación
de ambas.
El poder
curativo del contacto con animales:
La zooterapia brinda muchos de
beneficios, ayuda en la producción de células T, endorfinas y hormonas, en el
mejoramiento de la interacción social del paciente y en su autoestima, incide favorablemente en
distintas áreas del paciente tales como:
La empatía: permitiendo que estos niños se
identifiquen con los animales y formen una relación incluso más cómoda que la
que mantendrían con un humano.
El enfoque
exterior:
logrando que los pacientes salgan de su ambiente y se entretengan, focalizando
su atención en temas diferentes a su enfermedad.
Las
relaciones: permitiendo una apertura en la socialización y una comunicación
emocionalmente segura entre pacientes, entre el paciente y su terapeuta y entre
pacientes la familia y el
equipo de trabajo.
La aceptación: incrementando su seguridad al
no recibir clasificaciones ni juicios de valor, siendo aceptados por los
animales tal y como son.
Los estímulos
mentales:
logrando a través de la terapia la evocación de recuerdos, el aumento de la
distracción, la alegría y el juego, disminuyendo sentimientos de soledad y
aislamiento.
El contacto
físico:
ayudando a que los niños a través del contacto con el animal crezcan psicológicamente
y superen temores o miedos
internos.
Reduce la
presión sanguínea: mejorando el estado fisiológico del paciente y permitiendo en algunos
casos la recuperación de enfermedades del corazón.
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